El siguiente articulo apareció en Correspondencia Internacional N° 30 correspondiente a Mayo∙Agosto.
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Por José Castillo
El viejo edificio del Sindicato de Periodistas, en el centro de El Cairo, es de una arquitectura imponente. De sólo mirarlo, uno se da cuenta que fue levantado por una burocracia Ãntimamente vinculada y financiada por el Estado. Pero ese gremio fue uno de los reconquistados por el nuevo activismo. Al llegar, lo primero que nos llama la atención son las huellas de la batalla que hubo, en semanas previas, para echar a los burócratas: vidrios astillados por piedrazos contrastan en el exterior con las columnas señoriales. La enorme puerta que corona las escaleras de mármol está cerrada: a ese verdadero palacio ahora se accede por una pequeña puerta de costado, donde jóvenes activistas controlan que ningún provocador mubarakista se infiltre.
Llegamos invitados a asistir a la fundación del nuevo sindicato independiente de conductores de ómnibus de El Cairo. En la antesala, vemos mesas donde partidos de izquierda ofrecen sus publicaciones, mientras decenas de activistas toman café y discuten sobre los avatares del nuevo sindicalismo. Entramos a un gran anfiteatro, con capacidad para unas 500 personas. En el escenario una bandera con la sigla del nuevo sindicato y una austera mesa de conducción que coordina una asamblea donde los choferes, que prácticamente han llenado la sala, discuten sobre el programa fundacional y las caracterÃsticas de la nueva organización. Mientras una activista marroquà nos traduce al español lo que se va discutiendo, vemos que al mismo tiempo, van circulando las hojas de afiliación. Todo sucede muy rápido y con una gran participación de la base, que hace objeciones y agregados a los textos presentados. En menos de una hora, se está votando la constitución de la nueva organización, todos aplauden y se termina. Sin grandes ceremonias: „es que son todos proletarios que viven en las afueras de la ciudad, algunos tienen dos horas de viaje hacia sus casas, hicieron un gran esfuerzo para venir acá a fundar el sindicato tras sus largas jornadas de trabajo“
Estábamos ciertamente impactados por esa verdadera “ clase de democracia obrera“ que habÃamos visto. Pero todavÃa nos faltaba más. Cuando salimos del anfiteatro,uno de los activistas con los que habÃamos tomado contacto insistió en que no nos fuéramos, que “en apenas media hora”, en esa misma sala se iba a fundar otro sindicato. Efectivamente fue asÃ. Aparecieron nuevas banderas sobre el escenario, y rápidamente comenzó a llegar y se llenó de nuevo el auditorio, ahora con los fundantes del sindicato independiente de trabajadores de la salud: médicos y enfermeras compartÃan el nuevo gremio. Se mezclaban los profesionales con sus ropas evidentemente más caras, con las enfermeras plebeyas, con sus hijos a cuestas. En un costado del anfiteatro, nos llamaba la atención un importante grupo de mujeres vestidas con las ropas islámicas más ortodoxas, de negro, todas cubiertas, incluso el rostro con velo y las manos con guantes: “son enfermeras de los hospitales islámicos”, nos explican.
La reunión será muy parecida a la de los choferes. Una mesa directiva provisoria que lee un documento fundacional. Y luego van subiendo al escenario los delegados de los distintos hospitales y sanatorios a hacer sus observaciones y discursos. A veces, alguien sin salir de su lugar en el público interrumpe y cuestiona al orador. Lo más impactante fue
cuando subió la delegada de los hospitales islámicos, que antes describimos. Hizo un discurso muy radicalizado, despertando aplausos y consignas en el público y terminó pidiendo un minuto de silencio por los caÃdos. Aprendimos ahà que el nuevo activismo obrero egipcio no se encuentra dividido entre religiosos y laicos, y que la radicalización los recorre a todos. Nuevamente, en apenas una hora, el nuevo sindicato estaba fundado. Salimos, muy impactados por lo que habÃamos visto. Y esto sucede todos los dÃas“ nos explicaba, entusiasmado uno de los dirigentes. HabÃamos asistido a una pequeña muestra de como el gigante obrero del mundo árabe empieza a reorganizarse desde las bases.
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